La confianza en uno mismo y la autoestima pueden parecer dos términos similares, pero si profundizamos un poco en ellos, vemos que no tienen el mismo significado. Explicaré los dos términos por separado para que se entiendan mejor.

¿Qué es la autoestima?

La autoestima es cómo nos consideramos a nosotros mismos. Es la visión más profunda que tenemos sobre nuestra persona, influye sobre todas nuestras elecciones y decisiones más importantes y modela el tipo de vida que nos creamos. Las respuestas que damos a diario dependen de quién y qué pensamos que somos. Las desdichas de nuestra vida son los reflejos de la visión interior que poseemos de nosotros mismos. Por lo tanto, la autoestima forma parte fundamental en nuestros éxitos y fracasos.

Mejor con un ejemplo:

Elena realizó una salida la semana pasada a un balneario de su ciudad. Ella siempre ha sabido que está rellenita debido a problemas hormonales que le acompañan desde hace años. Intenta cuidar su alimentación y hacer deporte, pero no consigue llegar a su peso ideal. Aun así, no tira la toalla. Sigue cuidándose, pero tiene claro que no sirve de nada vivir acomplejada o huir de la realidad. Sabe que será un proceso lento y prefiere disfrutar de los momentos y vivir sin miedo.

Cuando se quitaron el albornoz para meterse en una de las piscinas, Elena fue la primera en hacerlo. Ella veía cómo sus amigas sentían vergüenza por quedarse en traje de baño delante de más gente. Así que las animó: “Vamos chicas, hemos venido aquí para relajarnos. Una vez que entréis al agua se os quitará esa tonta timidez”.

Si observamos el comportamiento de Elena, vemos que presenta una autoestima bastante buena. Acepta sus circunstancias y su cuerpo. Se valora de forma positiva y anima a los demás a que hagan lo mismo.

¿Qué es la autoconfianza?

La autoconfianza se refiere a la seguridad que tenemos en nuestras áreas particulares. Es el poder que tenemos para creer en nosotros mismos. Si no tenemos un buen nivel de autoconfianza nos paralizaremos e intentaremos evitar muchas experiencias desconocidas, porque creeremos que no somos capaces de afrontarlas.

Mejor con un ejemplo:

Bianca es una mujer que trabaja desde hace cuatro años en la misma empresa. Hace bien su trabajo, cumple su horario y nunca ha discutido con sus compañeros. Todos podrían pensar que Bianca es una persona con un nivel de autoconfianza bastante bueno, pero lo que no saben es cómo se siente Bianca por dentro.

Ella siempre duda de si ha hecho bien su trabajo, revisa los e-mails enviados porque piensa que ha podido dar mal algún dato, llega a casa y repasa mentalmente conversaciones que ha tenido con sus superiores para analizar si hay algo que indique un posible despido y cree que sus compañeros la critican por su físico a sus espaldas.

Un día, la jefa de Recursos Humanos, la citó en su despacho. Bianca no pudo dormir la noche de antes porque pensaba que la iban a despedir.

En la reunión, se llevó una sorpresa: La empresa quería ascenderla a coordinadora de planta. Bianca se alegró muchísimo al escuchar la noticia y aceptó el puesto sin meditarlo. Cuando salió del trabajo su cabeza empezó a darle vueltas a lo sucedido. Empezó a preguntarse:

¿De verdad estoy capacitada para asumir ese cargo?

¿Y si no estoy a la altura? No creo que sea tan buena para crecer en la empresa. Hay otras personas más capacitadas que yo.

¿Podré mandarles el trabajo a mis compañeros? ¡Seguro que me criticarán más aún!

Si no cumplo las expectativas de mis jefes… ¿Me echarán y me quedaré sin empleo?

Bianca empezaba a agobiarse con la situación, ya no lo veía como algo positivo y le entró el miedo.

Unas horas después, tras darle muchas vueltas en su cabeza rumiando (en otro post hablaremos de este concepto), llamó a su empresa y dijo que no podía aceptar ese puesto porque no se veía capacitada.

Como podéis observar, Bianca no tenía un buen nivel de autoconfianza. No confiaba en ella, no creía que podía hacerlo bien y perdió una gran oportunidad. Su autoestima tampoco era muy elevada, pero lo principal aquí es que entendáis cómo funciona el poder de confianza en uno mismo.

¿Por qué hay tanta confusión con estos dos términos?

Ya habéis visto que autoestima y autoconfianza no son lo mismo, pero sí que están muy relacionados entre sí.

A veces, mejorar la autoestima impulsa nuestra autoconfianza.

A veces, mejorar nuestra autoconfianza impulsa nuestra autoestima.

Pero no siempre tiene porqué ser así.

Hay personas que han puesto todo su esfuerzo en ser el mejor en algo y tienen mucha confianza en sus habilidades, pero ni siquiera llegar a ser los mejores en su sector, les hace felices. Piensa en todos los famosos que están insatisfechos con su vida, a pesar de su fama y sus premios. Jim Carrey, Selena Gómez, Victoria Beckham y una larga lista de artistas, han confesado en público no tener una buena autoestima, pero eso no les ha paralizado para realizar películas, realizar conciertos multitudinarios o diseñar una nueva colección de ropa.

La gente se sorprende al leer que personas de éxito, las cuales aparentemente lo podrían tener todo, no consiguen valorarse de forma positiva o sentirse bien en su día a día. Hay algo que se nos olvida muchas veces, y es que somos humanos. El dinero, la fama y los triunfos no siempre dan la felicidad. Ya sé que suena a topicazo, pero es la verdad. Necesitamos mucho más, y ahí es donde toma importancia el valor de nuestra autoestima. La aceptación, vivir conscientemente, la autenticidad y el amor propio son conceptos que deben trabajarse para que nos valoremos bien y sintamos perfectamente.

Si crees que necesitas mejorar tu autoestima o tu autoconfianza, te animo a que le eches un vistazo a mi página de consulta online.

Con mucho amor,

Noelia.

1 comentario en “¿La autoconfianza y la autoestima son lo mismo?”

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